viernes, 22 de mayo de 2015

SOMOL


Me acuerdo cuando jugaba de pequeño en mi antigua casa con mis primos en el jardín. Antes vivía en un pueblo de las montañas, un entorno perfecto para mí cuando aquello, era un trasto siempre jugando y gastando bromas. Se contemplaba ese ambiente hogareño típico de un pueblo pequeño donde toda la gente se conoce, el amor y la alegría se notaban en el aire, aun no sabía por qué pasaba eso no lo comprendía.

 Este pueblo estaba rodeado de un gran bosque de robles, yo sin preocupaciones me adentraba en él. Había toda clase de animales, de todos los tamaños y animales extraños escurridizos  y otros más amistosos.

 Por ejemplo en otoño con la caída de las hojas caminaba y solía ver de vez en cuando a unos seres del tamaño de una comadreja que comían hojas secas, extraño no, lo siguiente decía yo. Se camuflaban en la hierba y se alimentaban de hierba también. Tenían un aspecto agresivo pero solo era para ahuyentar el peligro, luego se camuflaban aunque de una manera peculiar.


Su físico como su dieta era extraña aún más, sus lomos eran de color verde y del aspecto de la hierba. La manera de camuflarse era cavar un pequeño hoyo y meterse con el lomo descubierto. Así no había manera de encontrarlos, jajá, me hacían gracia estos malditos cabrones. 

Si veían que la persona con la que se encontraban no daba problemas, los niños (algunos), se dedicaban a pegar sustos a diestro y siniestro. Saliendo de la nada y emitiendo ese sonido que solo producían ellos después de un silencio absoluto, de nuevo desaparecían. Unos grandes granujas los somol pero unos de los seres que más tenía cariño en aquellos años. Ya os contare sobre más amigos míos de estos.

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